Empecé a pinchar allá por la prehistoria en un garito malasañero mítico, el SuperGen, cuyo dueño era Chema -ahora ya desde hace años dueño y promotor del Nasti Club-, personalidad de la noche madrileña y gran amigo. Todas las noches buscaba un hueco para esta canción, porque qué queréis que os diga, es una canción que debería estar en vuestras vidas de una forma o de otra.
Años más tarde llevamos a Johan Angergard, la mitad masculina del grupo, a pinchar varias veces al Barbarella pop Club (la sesión del nasti los viernes, que tenía la desgracia de estar gestionada por Roberto Niza, Marta y por mí), y además de ser un gran compositor, debo decir que se gana su reputación de sueco, porque no veáis cómo se las gasta. Noches inolvidables, por lo menos las partes que recuerdo.
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